La historia de Héctor el Manco Castro, el primer discapacitado en el futbol
Los Juegos Paralímpicos comenzaron en medio de muchos problemas al grado de que medios como BBC anticiparon que serían los peores desde que comenzó su historia en 1960. Las diversas crisis en Brasil no sólo afectaron la asistencia que no se puede calificar como pobre pero sí notable en los JJ. OO., de hecho repercutieron mucho más la justa olímpica para personas con discapacidad o de capacidades especiales, sólo se vendió el doce por ciento de las entradas para las competiciones y el Comité Paralímpico tuvo que reducir el presupuesto y recortar los gastos en personal de organización, servicios de transporte para los deportistas, centros de prensa, entre otras cosas.
Pero además de los problemas sociales que perjudicaron el evento, no es nuevo que se le reste relevancia a los Juegos Paralímpicos sobre la que tiene su antecesor. Las razones provocan una discusión larguísima, pero las bases fundamentales de ambos sucesos deportivos son las mismas: la competencia limpia entre naciones a través del deporte e historias de superación ya sea imponiendo voluntad sobre limitaciones físicas o ampliando las capacidades físicas del hombre.

El fútbol tiene una historia muy particular que cuenta sobre ambas cosas. Héctor Castro, mejor conocido como “el manco divino” es la leyenda que trascendió en el deporte profesional y se sobrepuso a sus limitaciones físicas. De mucha picardía y talento goleador llegó a ser fichado por uno de los grandes equipos charrúas y demostró a los directivos del Nacional que tuvieron un excelente olfato para descubrir jugadores. Logró tres ligas en diez temporadas y marcó 145 goles en 231 partidos portando orgullosamente la camiseta del club. Con su selección se convirtió en emblema, alzó dos Copas América, un Oro Olímpico y una Copa Mundial. Un palmarés impresionante que logró compitiendo y superando una adversidad en condiciones, rechazando la compasión ajena y el sentimentalismo, que es el objetivo y lo que se debe promover en eventos deportivos. La historia de Castro, inspira por la razón por la que se compite en el deporte, superarse a sí mismo, saltar los obstáculos, romper barreras y marcas y mostrarnos un más allá en las capacidades humanas.