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El primer mexicano en un equipo Italiano

Las malas lenguas dicen que él inició una maldición. Desde un pensamiento esotérico, se cree que Pedro Pineda le levantó a los mexicanos una mala vibra que los acecha cada que pisan canchas italianas. Y es que, desde que el Milán lo sacó del mercado, para incorporarlo a sus fuerzas básicas después de ser el goleador del Mundial sub-20 en 1991, las cosas no pintaron bien ni para él, ni para los pocos que se han aventurado a seguir sus pasos. Como si la Serie A fuera una fosa en la que caen jugadores mexicanos a quienes les tenemos grandes expectativas y algunos no vuelven a ascender (recordando la película de Nolan: El caballero de la noche asciende).

Pineda firmó un contrato de cinco años con el club “rossonero” en tiempos de Ruud Gullit, Marco Van Basten y Frank Rijkaard, entre otros grandes. Y cargó con las esperanzas de muchos aficionados mexicanos. Entrenó con el primer equipo pero nunca debutó. El Milán lo descartó de última hora y así mató los sueños de muchos. De ahí pasó a ser de las Chivas, luego del América y en cinco años jugó 30 partidos; entre los dos equipos sólo logró convertir cuatro goles. Le costó mucho el ascenso. Fue hasta que llegó a Toros Neza que tuvo una media de goles buena. Catorce goles en 30 partidos y de ahí su buena actuación lo hizo regresar al América y después llegar al Necaxa, donde convirtió 24 goles en una temporada; ya había salido de la fosa. Su trayectoria terminó después de militar también en el Atlante, Monterrey, Cruz azul, Pachuca, La Piedad y Puebla. Algunas buenas temporadas y otras no tanto, pero lo que es seguro es que lo más recordado de Pedro Pineda para la mayoría es que fue la promesa que llegó primero al futbol italiano. Después de él, Layún tuvo un discreto paso por el Atalanta, logró debutar y jugar algunos partidos pero no trascendió. También le significó una fosa de la que le fue difícil para repuntar en su carrera. Llegó al América como la joven revelación y empezó siendo un desastre. Aún está muy reciente para todos el famoso “todo es culpa de Layún”, pero finalmente salió de la fosa para volver a Europa y convertirse en algún momento en el defensa con más asistencias en el continente. Rafa Márquez es tal vez quien se arriesgó más al atreverse a entrar a la fosa italiana. Con años de experiencia esperaba transformar la fosa en una planicie, en la que fuera más fácil pisar siendo mexicano. Venía de una gran temporada en el León que le valió su regreso a la selección y a la capitanía del equipo nacional, pero esa experiencia se transformó en un peso más que no le ha dejado ascender después de llegar al Hellas Verona.


Dos valientes que se atrevieron a desafiar la maldición de la que las malas lenguas hablan sobre aquel momento en el que Pineda prometió brillar en el Milán. Salcedo es el tercer valiente en seguir los pasos de Pedro, para intentar no caer en esta metáfora de esoterismo, transformar el peso de las expectativas en una motivación para trascender. El equipo: La Fiorentina.




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2016

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